Olores
(2016)
El olfato es probablemente el sentido que más rápido se olvida. Es sabido que el olfato lentamente va desapareciendo de los seres humanos. Realmente todos estamos de acuerdo en que el olfato sólamente es momentáneo, pues rara vez se lo recuerda tan fuertemente como se recuerda un sonido, un paisaje, un sabor, o una sensación táctil, sea ésta cual sea. Fue esa noche en la cual el señor Pas no estuvo de acuerdo con esta serie de afirmaciones ni de comprobaciones casi científicas sobre el olfato.
El señor Pas volvía a su casa luego de una larga caminata, precisamente luego de haberse comprado un par de zapatos. Un olor repentino a unas flores que recién habían salido a la luz en los tallos alargados de unas plantas sin sentido, le habían despertado una gran curiosidad sobre el olor. Es así que el señor Pas comenzó a caminar por sus recuerdos olfativos, y sorprendentemente, pero sin sorprenderse, empezó a encontrar un sin fin de olores.
¡Sí, sorprendentemente estaba recordando olores! y era como si los estuviera oliendo en ese momento, a pesar de ese olor fuerte y presente a las flores sin sentido. Sin poder creerlo sintió el olor a leche hervida, provocando una leve sensación de asco, sintió olor a plásticos antiguos, a tierra húmeda, a juegos en el pasto mojado, o mejor dicho, olor a jardín mojado. Sintió olor a frituras, a salsas y carnes asadas, a flores antiguas, a transpiración y jabón espumoso. Luego un olor a sábanas y a mañana lo hicieron despertar de ese recuerdo hermoso, pero su despertar terminó siendo sueño cuando recordó el olor, o mejor dicho perfume, a una niña que se había
acercado a él. Sin querer salir de ese sitio, o de ese recuerdo ya lejano, recordó el olor a alcohol, para luego recordar olores ya olvidados. Recordó olores a tabacos quemados, a inciensos de iglesias lejanas, a espirales para mosquitos, olores de drogas prohíbidas, y luego olores a besos persistentes y olores a sexos inocentes.
Recordó y recordó, tuvo miedo de recordar tanto, sin poder entenderlo se detuvo en cada aroma, lo saboreó, lo olfateó nuevamente más allá de lo antiguo del olor (y en algunos casos del dolor). Pensó por un rato prolongado, y el señor Pas, más solo que nunca, decidió seguir caminando, pero esta vez, y no pregunten por qué, con un ramo de flores en sus manos.